Esa tarde, en el colegio, Carlos seguía con atención las instrucciones del profesor de Educación Física, quien le explicaba a la clase la prueba de atletismo que estaba a punto de comenzar. Desde sus 7 años había sido diagnosticado con bronquitis aguda y más de un médico le advirtió sobre los riesgos mortales para su salud física si corría largas distancias.
Cuando la competencia inició, el joven no demoró en sentir el ahogo mientras veía como sus compañeros desaparecían en las curvas de la pista. Aunque no llegó con los otros atletas, terminó la prueba, y entre tanto, se dijo: “No soy veloz, pero soy resistente”.
Han pasado muchos años y aún recuerda el aprendizaje que esa experiencia le dejó con respecto a sus propios límites, sobre todo hoy en día pues, tras competir en la Maratón de Nueva York, se prepara para representar al país en Boston.
“Siempre se puede dar más, siempre podemos esforzarnos más, ese mi lema”, afirma el Vicerrector con una sonrisa, mientras cuenta la historia de su vida. Un relato lleno de desafíos para una persona que, a pesar de haber nacido en la pobreza extrema, actualmente cuenta con estudios de Maestría y formación con George Washington University.
Carlos, hijo de una familia de desplazados por la violencia, creció en el barrio La Florida, cerca del aeropuerto El Dorado de Bogotá. Con nostalgia y mucha dignidad, recuerda como carecía de alcantarillado y estudiaba, junto con sus hermanos, usando una vela, a falta de luz eléctrica. “Las condiciones eran muy difíciles”, asegura.
Sin embargo, como en toda buena historia o por lo menos en todas las historias de la mitología Celta, siempre hay un hada y, en este caso, un hada madrina. Una organización sin ánimo de lucro, la Fundación Plan, llegó a la zona donde él vivía y consiguió que Miss. Louise Miller, una profesora canadiense de matemáticas, lo patrocinara. Ella fue su madre por correspondencia, su apoyo y una motivación más para salir adelante.
Jamás olvidará el día que se graduó como bachiller, su papá, lleno de orgullo, le recordó que ese era el grado de escolaridad más alto obtenido por un integrante de la familia. No obstante, él se acostumbró a romper todos los límites, por lo tanto, su siguiente meta era la de ser profesional.
Tras muchas dificultades económicas y mientras estudiaba su carrera profesional de noche, empezó a trabajar en la Universidad de los Andes como Auxiliar de Matriculas de día. Nunca imaginó que en esa institución ascendería y llegaría a ser Jefe de Presupuesto, Coordinador Administrativo, Director de Apoyo Financiero a Estudiantes, Docente y Director de Prácticas Empresariales.
A partir de ese momento, decidió usar todo su éxito profesional para cumplir un solo propósito: ayudar a jóvenes talentosos, de escasos recursos, a acceder a instituciones de educación superior. De esa manera creo, junto con un equipo de trabajo, el Programa de Oportunidades para el Talento Nacional que otorgaba una serie de becas para esa población.
Fue así como Carlos recorrió diferentes regiones del país en busca de jóvenes humildes que tuvieran las condiciones intelectuales para llegar a la universidad y transformar sus vidas. Estuvo en Boyacá, Meta, Huila y Valle del Cauca. Aún atesora todas las vivencias de esos viajes, conociendo otra cara de Colombia.
El modelo fue tan exitoso que la Asociación Panamericana de Instituciones de Crédito Educativo, APICE, lo invitó a trabajar como Consultor en diferentes países de América latina. Tiempo después seguiría estudiando y colaboraría con el Ministerio de Educación Nacional.
Este hombre que en medio de la adversidad sólo ve oportunidades, llegó hace seis meses a la Fundación Universitaria Los Libertadores como Vicerrector de Proyección Social y Relaciones Interinstitucionales.
Su propósito en la Institución es el mismo que ha marcado toda su vida: “Mi objetivo es posicionar a Los Libertadores como una institución que trabaje con responsabilidad social, en amplia conexión con fundaciones, y que más estudiantes sin recursos puedan educarse y cumplir sus sueños”, afirma.
La comunidad académica lo reconoce por ejercer un liderazgo con calidez y amabilidad, siempre resaltando el valor de las personas. “Es un hombre de lavar y planchar”, dicen quienes lo conocen, pero sobre todo “es un ejemplo de vida”, aseguran.
Además de su labor, y como voluntario, hace parte de la Junta Directiva de la Fundación Plan, la misma organización que lo ayudó de pequeño. De igual forma, es uno de los nueve miembros internacionales del organismo, el único representante latinoamericano.
Su mensaje para los jóvenes es muy claro: “Uno puede romper sus propios límites, uno puede dar mucho más de lo que está dando hoy, esto fue lo que me llevó, por ejemplo, a vencer una bronquitis y correr una prueba de cinco kilómetros, luego una de diez, después, una de quince, finalmente, una maratón”.
El próximo 4 de abril de 2018 el Vicerrector Carlos Aparicio va a correr la Maratón de Boston, actualmente se prepara con el equipo de atletismo de Los Libertadores los fines de semana. Asimismo, ha participado en los Juegos Deportivos Nacionales representando al departamento de Cundinamarca.