Si usted ha necesitado desde un cable hasta un computador para trabajar, desarrollar su clase o hacer su exposición, ha visitado una pequeña oficina encargada del préstamo de equipos y suministros en la Sede Bolívar de nuestra Fundación. Allí seguramente lo ha atendido Gabriel Quiroz Montero, un hombre tranquilo, sencillo y de voz pausada, quien desde hace 30 años desempeña esta tarea en el área de proyecciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores.
A principios de los años ochenta, este joven boyacense proveniente de Chivatá, municipio de Boyacá, vino a Bogotá con la idea de trabajar honestamente para ofrecerle a su familia un futuro estable. Después de algún tiempo, llegó a una fábrica de bordados, cuyo propietario era Pablo Oliveros Marmolejo. “Cuando el doctor Pablo me conoció, me nombró su mensajero privado. Así comenzó mi historia en esta ciudad”, comentó Gabriel Quiroz, mientras sus ojos tratan de encontrar este recuerdo en su memoria.
Pablo Oliveros Marmolejo, reconocido ingeniero físico, fundador de nuestra institución y en ese momento director del Icfes, seguramente vio en Gabriel a un hombre trabajador y responsable para asumir tareas de confianza. Probablemente, el doctor Oliveros, como director de este instituto y uno de los hombres más importantes en la historia de Los Libertadores, necesitaba una mano derecha, confiable y honesta. Ese perfil, como lo demuestran todos sus años de servicio, lo cumplía nuestro querido Gabriel.
“El doctor Oliveros estaba adelantando los estudios de factibilidad de Los Libertadores ante el Ministerio de Educación. Tal vez yo tuve en mis manos los documentos para la creación de esta Institución, porque tenía la responsabilidad de retirar papeles del Ministerio y llevárselos al doctor Pablo Oliveros”, aseguró Gabriel con ese orgullo que caracteriza a los hombres que trabajan con pasión.
Recordando sus inicios en nuestra Fundación, Gabriel explicó: “Cuando se creó Los Libertadores, el doctor Oliveros me llamó para trabajar acá. Me dijo que el nombramiento salía directamente de Rectoría. Fue cuando entré como auxiliar de proyecciones. Siempre he cumplido esa función”.
Gabriel, realizando parte de sus labores diarias
Gabriel ha vivido, de primera mano, la evolución tecnológica en Los Libertadores. Los primeros equipos que prestaba eran películas de cine de 16 mm que se solicitaban a la Embajada de Japón y al Icfes para las clases de la Facultad de Educación. Después, proporcionaba a los docentes el proyector de diapositivas, el proyector de opacas, betamax, VHS y así, sucesivamente, hasta llegar a prestar hoy un cable o un computador, capaz de realizar muchas más cosas que los equipos de hace 30 años.
Durante tres décadas Gabriel ha trabajado con excelencia y responsabilidad. Gracias a este empleo, logró educar a sus dos hijos, quienes hoy son profesionales al servicio de nuestro país: su hija es economista de esta institución y su hijo, psicólogo de la Universidad Nacional.
“Por mi edad, debo salir este año. Según la ley colombiana, me jubilo (…). Le deseo lo mejor a los Libertadores, que sigan adelante con sus proyectos académicos y administrativos. A quien ocupe mi lugar, le diría que esto es de mucha responsabilidad: debe atender con amor a estudiantes, docentes, administrativos y compañeros. Esto es de dedicación”. Así concluyó Gabriel el relato de su historia en nuestra Institución, revelando su secreto: la responsabilidad genera confianza y esta, constancia. Para él, un optimista libertador, esta es la mejor manera de trabajar.